Entrevista

José Luis García Rodríguez contra los nacionalismos secesionistas

José Luis García Rodríguez se presentó como novelista con la obra "La pirámide de las flores" (Ediciones Irreverentes, 2007). Durante treinta años ha desempeñado funciones directivas en diversas empresas lo cual le ha permitido viajar por el mundo y conocer de cerca otras realidades marcadas por los desajustes políticos y económicos que definen a tantos países del tercer mundo. Participó activamente en la transición política española y fue junto a otros fundador de la Federación Social Demócrata Española y posteriormente de la UCD, partido que bajo el mandato de Adolfo Suárez posibilitó el tránsito desde la dictadura a la democracia. Vive en Asturias, dedicado a cultivar la novela y el ensayo histórico.

P.- En nombre del nieto ¿es un testimonio personal, una denuncia, o simplemente una novela?
R.- Tiene de todo. Los hechos que relato son ciertos aunque enmascarados por la ficción. En ese sentido es un testimonio personal, porque a nadie engaño y en nada falseo la realidad. Y a partir de ahí, se convierte en denuncia. La novela es la percha que soporta el traje.
P.-¿Es consciente que En nombre del nieto, puede generar un rechazo en los ambientes nacionalistas vascos?R.- No mayor rechazo que esos ambientes generan en el conjunto de la sociedad española. Desde que en España hay elecciones, más del 80% de la gente vota a partidos nacionales. Y el resto, apenas el 20%, se reparten entre unos cuantos partidos nacionalistas. No parece serio que quienes tengan que justificar su nacionalismo sea la inmensa mayoría de los ciudadanos que se sienten españoles. En sentido contrario, las minorías nacionalistas tienen un protagonismo político, que democráticamente hablando, no les corresponde. En la mayoría de los países de nuestro entorno, la representación parlamentaria de los partidos minoritarios está limitada a un determinado porcentaje de votos a nivel nacional. Sin embargo en España, partidos sin apenas representación, se convierten en árbitros de la política nacional. Eso es, sencillamente, absurdo.P.- ¿Y qué propone?R.- Yo me limito a escribir novelas. Pero yo abriría un debate nacional sobre algunas grandes cuestiones que nos afectan a todos. Por ejemplo, la ley electoral, la financiación de los partidos políticos, el reglamento del congreso de los diputados, la reforma del código penal, en fin, los grandes renglones que definen a una democracia. Lo que se consiguió en los años de la transición, es monumental. Pero la vida sigue y el problema que hoy tenemos los españoles, es depurar con nuestros votos la dignidad de la clase política que nos representa, para que de verdad sea lo que dice ser. Eso significa establecer una serie de filtros que de alguna manera garantice la veracidad del sistema. De lo contrario, vamos mal.P.-¿Se considera un autor contestatario?R.- No. Cuando hablo con la gente normal, quiero decir con la gente que no va por la vida con un carné en la boca, me reafirmo en la idea de que quien se equivoca no soy yo. Y partir de ahí, nace un sentimiento comunitario que nada tiene que ver con las ideas políticas de cada cual, porque al final, todos estamos de acuerdo en rechazar a una clase dirigente que dice representarnos, pero que no se representan más que a sí misma. Ese es el problema.P.- ¿Y ha encontrado la respuesta?R..- De momento dar la cara y seguir escribiendo novelas.P.-¿Cómo se define como escritor?R.- Me definiría como alguien esencialmente optimista, porque solo desde esa perspectiva, aderezada con un toque de humor, es posible mantenerse vivo. P.-¿Cree que algo está cambiando en el País Vasco?R.- Sí, de momento parece que podemos remontar el partido y terminar ganando los buenos.P.- ¿Y qué pasa con los malos?R.- Pues que de momento, van perdiendo. Ellos sabrán.P.- Pero no todos los malos son igual de malos.R.- Evidentemente no son los mismos, pero se entienden.P.- ¿Se entienden?, en qué. ¿No le parece demagógica esa afirmación?R.- En absoluto. Lo demagógico es cuestionar la verdad. Quiero decir que todavía hoy, se asesina y se chantajea a gentes indefensas por la amenaza de una banda terrorista que dice actuar en defensa de las libertades de los vascos. Esa es la demagogia. Durante demasiado tiempo, una buena parte de la clase política vasca se ha amparado en el miedo al nacionalismo más radical para justificar su propia existencia. Puede ser que haya llegado el momento en que esa gente encuentre el momento para cambiar de discurso. Y a partir de ahí, todo entrará en un nuevo tiempo de normalización. Así que es tiempo de esperar y ver lo que pasa.



José Luis García Rodríguez en la revista Cambio 16

"Las minorías nacionalistas tienen un protagonismo político, que democráticamente hablando, no les corresponde"